¿Confías en tus empleados? Pues uno de cada cinco venderían su contraseña de trabajo.

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Si bien existe la sensación generalizada de que los empresarios no acaban de confiar en sus trabajadores, lo cierto es que un nuevo estudio publicado por SailPoint acaba de revelar unos datos que les dan, por desgracia, toda la razón: que uno de cada cinco empleados vendería sus contraseñas de trabajo, algunos de ellos (el 44%), por menos de 900 euros.

Una práctica que, de producirse, no solo podría desembocar en graves problemas, sino que convertiría a estos trabajadores en un potencial peligro para la compañía. Pero no han sido los únicos resultados escalofriantes de su encuesta, sino que esta destapa otra clase de hábitos “poco seguros” que llegarían a comprometer a la entidad en determinadas situaciones. Expliquémonos.

¿Qué dice el estudio?

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Así, el documento pone de relieve una gran negligencia. De hecho, aunque la mayoría (el 85%) afirma que se sentiría molesto en caso de que sus datos personales fueran atacados, no muestran el mismo respeto con su organización. Algo que evidencia que, a pesar de ser conscientes de lo grave de su actuación, no les impediría revelar ciertos datos corporativos.

Al margen de la mala fe, SailPoint evidencia otra clase de conductas que comprometen los datos de la empresa. A saber: que el 65% se decanta por el mismo cifrado para diferentes aplicaciones, que un tercio las comparte con sus compañeros, y que hasta el 26% ha subido información sensible a la nube para compartirla fuera de la empresa.

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Un hecho que no podemos perder de vista, especialmente si tenemos en cuenta que el 42% reconoce conservar el acceso a cuentas corporativas de puestos anteriores; y una realidad que habrá puesto a temblar a más de uno. Y con razón, pues Kevin Cunningham, fundador de SailPoint recalca que tan solo se “requiere de un punto de acceso a una empresa para hackearla y hacerle mucho daño”.

El análisis, por otra parte, ha sido elaborado teniendo en cuenta la respuesta de más de mil entrevistas a trabajadores de organizaciones ubicadas en Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Australia, Francia y Holanda. Un procedimiento que, al menos de momento, nos excluye y nos permite sentirnos un poco más comprometidos.

Vía | The Next Web